Las cebollas del mercado de Walikali se venden tan caras que se ofrecen partidas en gajos: "Es brutal verlo, pero tienes que acostumbrarte". Sebastien Thomas, experto en seguridad alimentaria de la ONG Intermón Oxfam, reconoce que esta ciudad congoleña, aislada por la guerra, ejemplifica el cruel absurdo de un país tan fértil que podría dar de comer a buena parte del continente, pero cuyos habitantes padecen la mayor penuria del mundo. "Unos pocos se enriquecen sin compadecerse del sufrimiento y la miseria de los demás".El joven agrónomo belga trabaja en este campo y también ha llevado a cabo actividades de auxilio en los Grandes Lagos y Kosovo. La disponibilidad y el acceso a los recursos son los factores que condicionan una misión destinada a socorrer a poblaciones en condiciones dramáticas y recuperar niños gravemente enfermos de malnutrición. "Haces todo lo que puedes para ayudar a sobrevivir", alega. "Das una perca para que el individuo salga adelante, no se trata de nada estructural".La relación entre sequías, hambruna y emergencia esconde, a menudo, problemas de diversa índole, nada obvios. "Hay catástrofes naturales que llevan a situaciones extremas, pero también existen factores que las provocan, como la gestión administrativa en zonas que viven en el déficit permanente de alimentos y necesitan adquirir provisiones en el extranjero".El cooperante admite que tampoco la ayuda es siempre desinteresada. A las potencias se les acusa de generar demandas sobre aquellos suministros ofrecidos con aparente espíritu solidario y, a menudo, los nuevos consumos trastocan las costumbres locales e, incluso, hunden el comercio local.Thomas alega la urgencia para explicar estos hechos, pero también admite que se buscan nuevas fórmulas para que la supervivencia de las comunidades no implique eliminar su futura autosuficiencia e, incluso, su dignidad. "Se están buscando otras posibilidades, tal vez cambiando comida por trabajo comunitario", arguye. "Otra manera es diversificar el socorro, entregando una parte en dinero a los propios afectados para que se puedan abastecer en mercados locales".El experto también ha llevado a cabo planes para garantizar recursos a medio plazo en Ruanda. La teoría resulta sencilla, pero la realidad demuestra que el continente negro se encuentra lejos de conseguir el abastecimiento. "No existen soluciones claras", confiesa. "No es fácil planificar cuando el medio ambiente es hostil, las cosechas muy insuficientes o cuando los conflictos bélicos se suceden uno tras otro y los campesinos no pueden sembrar".Dentro de unas semanas volará a Chad, a los campos de refugiados de Darfur. "Queremos dotarles de vacunas e instalar mataderos con las debidas condiciones sanitarias para que puedan seguir pastoreando el ganado, su tradicional recurso", añade. "Yo seguiré trabajando en esto, no quiero dejarme vencer por el afropesimismo", concluye.