Almería, tierra de libertad

Almería, tierra de libertad

Almería fue durante mucho tiempo un paraíso peninsular para los hippies. Ahora, aunque los tiempos han cambiado, en el imaginario popular ha quedado grabado el convencimiento de que ésta es una tierra de libertad. Pero la Almería es mucho más.Algunos productores de Hollywood y los inventores del spaghetti-western descubrieron en el desierto de Tabernas los exteriores ideales para sus películas de indios y vaqueros. Aquel sueño ya es cosa del pasado, pero todavía puede visitarse este Mini Hollywood, como se conoce al inmenso plató localizado a unos 30 kilómetros de la capital.Almería es ruta también de pueblos blancos, como Mojácar, Vera, Garrucha y Roquetas de Mar, famosos por unas playas que, sin ser las mejores de la costa andaluza, ofrecen la tranquilidad que falta en otras cercanas; por el sinfín de calas por explorar; por el aspecto aún pintoresco de sus núcleos urbanos; y, fundamental, por la bondad de sus precios.Pero esta ruta no es sólo playa. En sus idas y venidas del interior a la costa, y viceversa, el viajero tendrá ocasión de deleitarse, de Roquetas de Mar a Adra, con la belleza de las estribaciones más costeras de la sierra de Gádor.La Sierra de Gádor es la segunda sorpresa, pues algunos kilómetros antes habrá conocido el Parque Natural de Cabo de Gata, singular fenómeno de la naturaleza (una zona desértica sorprendente) en el que la mano del hombre, por suerte, casi ha pasado desapercibida.La ruta comienza en Huércal-Overa, en el extremo más oriental de la provincia, y concluye en su antípoda, en Adra. En medio, Almería, de pasado romano pero, ante todo, musulmana, capital de una rica taifa que unió su suerte a la del cercano reino de Granada. Almería es una excelente parada y fonda en la que descansar al término de la primera jornada. Antes de llegar a ella, la ruta habrá completado el grueso de su recorrido, incluido el Parque Natural de Cabo de Gata, al que merece la pena llegar al atardecer.

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