Hay pocas ciudades que evoquen tan bien el medievo como Cuenca. Sus casas y rascacielos desafían la ley de la gravedad. Ubicada en un marco inconfundible, dota a muchas de sus viviendas de vistas espectaculares sobre precipicios, ya que la vieja ciudad se asienta sobre un roquedal.En cuanto no acercamos por la otra orilla del río Huécar, y cruzamos las aguas por el puente peatonal de estructura metálica, no topamos con la zona más característica y simbólica, las casas colgadas. Formando una gran cornisa sobre el abismo, es lo único que se mantiene de un barrio del siglo XVII.Rara y diferente es la plaza mayor. Acostumbrados a formas cuadrangulares, ésta es triangular por la particularidad y dificultad del entramado urbano en que se alza. Así como la catedral, de obligada visita.Paseando por la calles de la ciudad manchega tenemos la sensación que en cualquier momento aparecerá un caballero medieval. No en vano, está declarada como Patrimonio de la Humanidad.