Entre las notas del himno de su región y las de la Traviata, rememoramos por un momento la pluma incandescente de un murciano de pro, Jaime Campmany, deslizando las aventuras de su ambiguo niño ?Jinojito el lila? ?que da nombre a uno de los primeros relatos del sempiterno columnista? entre las piedras de las murallas musulmanas, las iglesias del medievo o los edificios del esplendoroso Barroco de su ciudad natal. Con permiso del maestro, se podría esbozar su tierra, punta sobre tacón, también bailando… entre dos aguas. Dos mares en una sola costa. Es el privilegio del que goza la Región de Murcia, que baña su historia de 1.500.000 años entre el apaciguado Mar Menor y el sorprendente Mediterráneo. Dicen los geógrafos que existe una Murcia interior y otra costera, con tradición igualmente milenaria, aunque con dispar proyección turística.En este viaje hacia el mar se embarcan los ávidos de la convencional fórmula ?sol+playa?, que ansían acercarse hasta la magnífica oferta náutica y lúdica del paisaje litoral. Es en la cálida costa donde los turistas se regocijan con casi 3.000 horas de sol al año, con la temperatura moderada del clima subtropical mediterráneo y con los impresionantes acantilados, solitarias playas de blanca arena, animados puertos y calas interminables de aguas cristalinas.Desde el pueblo pesquero de Águilas, hasta pintorescas localidades como Cabo de Palos, o la incombustible nocturnidad ?disfrutada con alevosía? del puerto de Mazarrón, el bañista, el navegante, el viajero y el pescador encuentran la auténtica horma de su zapato. En la búsqueda de ese Edén soleado y pasado por agua de espejo, nos topamos con uno de los complejos turísticos levantinos más preciados: La Manga del Mar Menor, el área que se erige como el paraíso encuadrado entre dos mares, con arenales infinitos, de belleza inagotable.El segundo trayecto, tierra adentro, atrae a los naturalistas por definición. Puede llegar a sorprender que en tan sólo 11.000 kilómetros cuadrados, apenas el 2,2 por ciento de la superficie del Estado, conviva tamaña diversidad ambiental. Y es que la peculiar situación geográfica de la región, con un ojo mirando a las influencias europeas y el otro pendiente de las norteafricanas, dirimen sus paisajes entre un amplio arco iris de contrastes. Caminando hacia la zona interior, se podrá saltar de las áridas cuencas del sur peninsular, con paisajes esteparios, a las masas forestales de las escondidas sierras o a las vegas del Segura y la rica huerta murciana.