Aceite de coco, 10 beneficios que seguro no conocías
Por dentro y por fuera, el aceite de coco puede considerarse un superalimento pero no solo eso, es perfecto para verte mucho más guapa
Nunca más será el protagonista de tus pesadillas, el coco tiene una buena cantidad de beneficios para verte y sentirte mejor. El aceite de coco es un superalimento pero, además un gran aliado en tu rutina de belleza.
A partir de hoy amarás el aceite de coco, aquí 5 razones para hacerlo:
- El desmaquillante ideal. Además de quitar todo residuo de maquillaje, humecta e hidrata tu rostro por mucho más tiempo. Úsalo diariamente.
- La crema para peinar que tanto pediste. Una pequeña cantidad es igual a un gran brillo. Perfecto para el cabello rizado.
- Bálsamo de labios. Si quieres causar bajas pasiones, el aceite de coco será tu mejor aliado. Suaviza los labios de forma irresistible.
- Adiós células muertas. Mézclalo con azúcar y tendrás un exfoliante corporal que suaviza e hidrata.
- Dientes blancos y una sonrisa envidiable. Aclara tu dentadura de forma progresiva. Se ha demostrado que puede matar bacterias en la boca, mejorando la salud dental y eliminando el mal aliento.
Pero los beneficios del aceite de coco no solo se ven, también se sienten:
- Bye bye kilitos de más. Un estudio reciente descubrió que ingerir entre 15 y 30 gramos diarios aceite de coco puede acelerar nuestro metabolismo hasta en un 5 por ciento, o lo que es lo mismo, unas 120 kcal para la mayoría de las personas.
- “Es que me sube el colesterol”, ¡Nunca más! El aceite de coco está cargado de grasas saturadas que no afectan el perfil lípido de la sangre como erróneamente se ha creído durante mucho tiempo.
- Un mejor futuro. El aceite de coco disminuye la posibilidad de sufrir Alzheimer.
- Abdomen plano (un sueño hecho realidad). El aceite de coco parece ser bastante adecuado para reducir la grasa abdominal, esa que se encuentra rodeando a los órganos vitales y que es de sumo riesgo.
- Virus y bacterias ¡ni en sueños! Se ha demostrado que puede matar por ejemplo, la bacteria Staphylococcus Aureus (un patógeno muy peligroso) y el hongo en forma de levadura Candida Albicans, una fuente habitual de infección en la especie humana.