El perfume que se pone en el cuello, muñecas y detrás de las orejas ya está pasando de moda. La artista australiana Lucy McRae, con la ayuda del biólogo Sheref Mansy de la Universidad de Harvard, creó el Swallowable Parfum. Se trata de una fragancia contenida en una cápsula que se consume y genera un aroma propio de cada persona.
Una vez ingerida, la esencia se libera a través de la transpiración y logra que la piel se transforme en un vaporizador, según lo difundido en el comunicado de prensa.
El perfume deja sobre el cuerpo minúsculas gotas que producen un olor único. La intensidad depende de variantes humanas como la adaptación a la temperatura, el ejercicio físico que se realiza, el nivel de estrés y la excitación sexual.
La fragancia aprovecha las enzimas naturales de nuestro cuerpo para liberar las moléculas aromáticas. Son genéticamente únicas, están relacionadas con quiénes somos y cómo desempeñamos nuestra identidad, mencionan en el sitio oficial.
Este método lo definen como una segunda piel biológicamente mejorada, sintetizada directamente de los procesos naturales del cuerpo; la redefinición de la función de la piel.
Para hacerlo realidad necesitó cuatro años de investigación y, aunque todavía no está a la venta, ha generado mucha atención en todos los medios.