La popular Mónica Naranjo nunca ha tenido reparos a la hora de hablar abiertamente de su sexualidad y de la necesidad que tiene la sociedad de desterrar ciertos tópicos sobre la práctica de esta actividad. Por lo que ahora sorprende que la artista no tenga reparos en confesar que, antes que el sexo, ella disfruta de forma “más prolongada” cuando descarga toda su creatividad en los fogones de su cocina.
“Me encanta cocinar y me encanta comer, es una de esas actividades que me proporcionan un placer absoluto en todo tipo de situaciones. La mejor de las medicinas la encuentro en un buen plato de comida y en una copa de vino, por lo que puedo decir sin temor a arrepentirme que me gusta mucho más comer que practicar sexo, sobre todo porque las sensaciones que te ofrece son mucho más prolongadas”, admitió la conocida como pantera de Figueras en una entrevista radiofónica con la Cadena Ser.
A la hora de comparar sus facetas culinaria y sexual, la estrella de la música se centra en marcar las diferencias que hacen que la actividad culinaria sea mucho más placentera que sus momentos de cama, destacando que su preferencia por la gastronomía se debe principalmente a la estabilidad y a las sensaciones constantes que experimenta al preparar sus platos preferidos.
“El sexo es mucho más impredecible y depende de muchos factores, como el compañero que tengas, la intensidad de la sesión y la duración, que a veces puede ser muy corta o demasiado larga. Con la cocina todo es mucho más seguro, yo disfruto de la misma forma desde que empiezo a pelar una patata hasta que pruebo el resultado de mis creaciones. Para mí es como una especie de terapia con la que espanto los fantasmas que acumulo durante la semana”, aseguró.
Sin querer desmerecer en ningún momento la forma en la que su marido, Óscar Tarruella, satisface sus necesidades sexuales y emocionales, Mónica reconoce que lo que más le entusiasma de su pareja es el hecho de que ambos comparten un insaciable deseo de ponerse a cocinar siempre que sus agendas laborales se lo permiten.
“Yo tengo la suerte de estar casada desde hace muchos años y de que mi marido nunca me haya defraudado en ninguno de los muchos aspectos emocionales de la persona. Además, como buen vasco que es le encanta la gastronomía y ponerse a cocinar cuando tiene tiempo. La cocina siempre está ocupada, si es él al que le toca trabajar, yo soy la que se queda ahí preparando la comida”, explicó.