Durante un año y nueve meses, la escritora barcelonesa Mercedes Abad (1961) estuvo soportando, de lunes a viernes, de ocho de la mañana a seis de la tarde, y los sábados de nueve a dos, las obras de un vecino. En el primer aniversario, invitó al resto del vecindario a beber champán. Quedaron para celebrarlo también al año siguiente. No hizo falta, las obras terminaron tres meses antes. Pero «esos pequeños dramas cotidianos» no se olvidan. Así que la protagonista de "El vecino de abajo" (Alfaguara) recoge aquel tormento que sufrió la autora. Y se venga y descubre que ser malvada es mejor que ser buena. Que ahora sí saben quién es ella.-Esto es la locura.-Sí, la mujer entra en esa espiral y cuando se detiene a pensar un poco, todavía encuentra más razones para hacerle la vida imposible a su vecino, que encima es feliz. Lo convierte en el chivo expiatorio de todos sus males. Y es que ella ha pasado por un divorcio, su marido se ha ido con su propia hermana, su madre quiere más a ésta que a ella… Ha controlado todos esos dramas y de repente las obras del vecino se le hacen insoportables. Esto demuestra que somos absolutamente vulnerables.-Destrozados por lo pequeño.-Creo que somos de la misma talla que los problemas que se nos presentan. Podemos superar las grandes tragedias con heroísmo, y sin embargo los pequeños contratiempos nos vuelven pequeños.-Su protagonista pasa de ser una mujer gris, anodina, a descubrir todo su potencial maligno.-Es poco popular y está sola, sin apoyos. Es de las que nadie recuerda el nombre ni cómo iba vestida. Está en una soledad abismal. Y su venganza la transforma, la gente se queda con su nombre, la escuchan. En un momento se viste de negro de pies a cabeza, como si estuviera celebrando el funeral de su yo anterior.-¿Se da cuenta de que ser mala le sale más rentable?-Eso es, le resulta más rentable. Ser respetuosa con las normas, por miedo al castigo, como todos, no le supone nada bueno, y sin embargo comprueba que saltárselas da popularidad.-Como en la tele, vamos.-Lo vemos en la televisión y en Marbella y con las folclóricas que suben de caché tras haber pasado por la cárcel. Kate Moss es otro buen ejemplo. Ése es el tema de la novela: sólo los que se atreven a saltarse las normas son considerados dioses hoy en día. Las normas son para los mortales, no para el superhombre.-Esto del vecino en obras suena a algo muy personal?-La literatura es un arma para desquitarse de la realidad. Más que reflejarla, recrea una utopía, lo que nos gustaría hacer. Nos vengamos escribiendo.-Y todo con mucho, mucho humor.-Aquí tenemos un complejo de inferioridad que nos hace rechazar el humor para tratar la condición humana. Los escritores de hoy parece que sermonean al lector, como si fuera tonto. Yo quiero pensar que mis lectores son inteligentes. Y con el humor huyo de la cursilería que siempre se asocia a la literatura escrita por mujeres, y de la pomposidad y de la actitud ridícula de tomarme en serio a mí misma. La tragedia nos habla de la grandeza del ser humano; la comedia nos restituye a nuestro propio tamaño.