Las formas con volúmenes exagerados y también con trazos de arquitectura son la especialidad de Amaya Arzuaga, que insistió en minifaldas y en superposiciones de capas y tiras. En contraste, desfiló un Ángel Schlesser sobrio, contenido como siempre, con tejidos muy ligeros a los que sólo aplica detalles de drapeado y algunos grandes lazos.