La incansable diseñadora argentina Mónica Socolovsky plantea para este invierno colecciones que tienen como elemento primordial y básico a la tierra. Así, su especialidad, esto es, los vestidos de fiesta se llenan de lujo y glamour partiendo de los principios más básicos de la naturaleza.El naranja óxido, el verde selva, el violeta más puro, el berenjena, el negro carbón o el marfil, son colores con los que ha trabajado dando su particular visión de la estética. Los acabados, como suele ser habitual en ella son exquisito, con bordados a mano, pedrería de lujo y siempre con un gusto refinado, evitando caer en la ostentación superflua.En este sentido, presta atención a cada detalle y etapa de la producción supervisando y modelando sobre el propio cuerpo para que las caídas y los cortes sienten bien independientemente de la talla.Sus prendas, trabajadas desde una conciencia espiritual, definen a una mujer femenina y romántica. La delicadeza de estampados y bordados, los pequeños detalles, la excelencia de las materias con las que trabaja y sobre todo, una intuición única para captar la esencia de un tejido, de una idea, de una impresión, son la base de su condición creadora.