La inteligencia emocional
La inteligencia emocional. Me repito una y otra vez. ¿Cuándo se enteraron que era necesario ponerle lucidez, temple, prudencia y paciencia a la adversidad? Seguro algunos les tocó vivirlo muy pequeños, otros no aprendemos ni con los años ni con los tropiezos ni en medio de tempestades.
La inteligencia emocional tiene que asistirnos en los momentos donde necesitamos más cordura. Pero justo en esos momentos es cuando se ralentiza y no aparece.
¿Qué cosa tan loca es el amor? Puede ser, pero qué rico.
Escuchamos pero no juzgamos
Justo la empatía es la que nos hace superiores a otros seres vivos en la tierra, porque, al menos yo, no sé ni conozco que haya vida humana en algún otro planeta o universo.
El punto es, la empatía nos hace superiores y debemos promoverla pero también cuidarla y procurarla. Abrazarla, mediarla, comprenderla pero sobre todo: ¡generarla!
Somos generosos por naturaleza. Pero también envidiosos, soeces cuando se trata de compartir y no se diga cuando se trata de emitir un juicio que contradice nuestras ideas y experiencias.
«A quien piensa diferente los juzgamos». Juicios selectivos, podría ser que la empatía y la inteligencia emocional no sea la suficientemente fuerte ni valiosa ni profunda.
Nuestros días están llenos de juicios selectivos. Quien sí. Quien no cabe en nuestros pensamientos, en la cotidianeidad de cada día.
Entonces, escuchamos pero SÍ juzgamos. Y mucho. Sociedad inquisidora, prejuiciosa y muy juiciosa, ¿pero qué le hacemos? ¡Así nos va!
Katty Martínez la goleadora mexicana.
La inteligencia emocional como don
Sí, más allá que la inteligencia + las emociones ya son un lujo que solo poseemos los humanos. Los animales o son inteligentes —audaces—o son emocionales.
Y nosotros tenemos este privilegio. El don de la inteligencia emocional. De empatizar, no suponer, no juzgar, no señalar, no etiquetar, no enjuiciar, no aterrorizar o espantar al que opina, piensa, actúa diferente a nuestra idea que 99% está basada en nuestras emociones y experiencias.
¿Juzgamos pero no escuchamos?, o, ¿cómo era?
Recién comencé a vivir un escenario en donde cada día, estoy en un constante aprendizaje. En el momento que me puse “en los zapatos de la otra persona” comencé a: sanar, cuidarme, conocerme, re educarme, rediseñarme, escuchar —lo más curioso y tácito—sin suponer o sin pre juzgar o sin que sea basado solamente en mi experiencia.
Inteligencia emocional, ¿resalta nuestras carencias?
La inteligencia emocional es carente, e incluso desconocida, para muchas personas. Es estéril lidiar o cuestionar a alguien que está ensimismado en sus creencias como si se tratase solo de un apego emocional o físico. Y no.
Cuando aprendes —aprendo— a escuchar, abres más allá de tu oídos sino también de tu mente, comenzarás a oír y validar las opiniones de los demás sin que haya necesidad de descalificar.
Y justo todo esto es de lo que se trata la empatía, el respeto, lo virtuosa que es la sororidad donde abrazamos a la otra, el otro, sin recurrir a justificaciones violentas como desacreditar las emociones.
Al ser humano tan majestuoso que me está llevando —casi literal—de la mano a reconocerme prejuicioso pero con el corazón y la mente dispuesta a reaprender, a sanarme, a reconocerme —más—vulnerable. ¡Muchas gracias!
No sólo tu voz, también tu inteligencia emocional es prodigiosa. Qué dicha sentarme en el auditorio y ver cómo eres tú quien brilla en el escenario del arte y de la vida.
Hazlo, aunque sea con el corazón roto pero hazlo.
¡Mamá, soy lesbiana! Mi mejor amiga se va a casar.