La temperatura global ascendió más de medio grado en el siglo XX. Investigadores estadounidenses certifican que la capa de hielo del Ártico se ha reducido por cuarto año consecutivo, hasta quedar reducida al área más pequeña en un siglo. Los glaciares también son cada vez más pequeños mientras aumentan fenómenos meteorológicos como inundaciones, huracanes y olas de calor. El agujero de la capa de ozono sigue siendo motivo de preocupación y, además, el año hidrológico que ahora se cierra es el más seco desde hace más de cien años.La incertidumbre es considerable entre los científicos dedicados al análisis, la investigación y la predicción meteorológica, pero parece aceptado el hecho de que nos encontramos ante un cambio climático. Lo que no se sabe con certeza es en qué medida este cambio está determinado por la acción humana y cuál será su magnitud en cuanto a la subida de las temperaturas, la cantidad de las precipitaciones o la influencia respecto a la localización de acontecimientos extremos, como inundaciones o sequías.A mediados de los ochenta los científicos empezaron a percibir que la tierra se estaba calentando, que este calentamiento podía tener graves repercusiones en los ecosistemas y que existían indicios para creer que la causa era la concentración de ciertos gases en la atmósfera, sobre todo de anhídrido carbónico (CO2), dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluocarbonos. Hoy se da un gran consenso en cuanto a que el clima global se va a ver alterado durante los próximos cien años como resultado del incremento de las concentraciones de estos gases que atrapan cada vez más la radiación infrarroja terrestre.La Organización Mundial de Meteorología OMM (World Meteorological Organisation), que desde su sede en Ginebra coordina los servicios meteorológicos de 185 países, certifica que el comportamiento del clima extremo documentado, con temperaturas mínimas y máximas, lluvias y tormentas récord en diferentes puntos del globo, es coherente con las predicciones sobre el calentamiento global. Su estudios, basados en calculados computerizados, manifiestan que el clima no sólo se vuelve más cálido, sino también más inestable.Y mientras prosiguen los estudios sobre el cambio climático prácticamente se admiten como válidas estas hipótesis basadas en informes sobre el panel intergubernamental del cambio del clima (IPCC). Ya es innegable que durante 143 años de mediciones, los años más calientes se han producido desde finales de la década de los 90 hasta hoy (1998, 2001 y 2002).El clima es, a grandes rasgos, resultado de la relación existente entre la atmósfera, los océanos, los organismos vivientes y los suelos. Es evidente que hay años más frescos y otros más cálidos y también que algunos científicos dudan que pueda afirmarse que estas variaciones formen parte de oscilaciones normales o que sean consecuencia del cambio climático.Sin embargo, para organizaciones conservacionistas como WWF/Adena, entre otras, el calentamiento de la Tierra ya es oficial. Los ecologistas consideran que el calentamiento del globo podría suponer un aumento de 3 a 4 grados de temperatura para finales del siglo actual.Desde un punto de vista ecológico la inquietud se fundamenta en las subidas del nivel del mar y en el aumento de las temperaturas, que probablemente incrementará los problemas de abastecimiento de agua y conllevará la extinción de numerosas especies de plantas y animales. La expansión de enfermedades infecciosas y la aparición de nuevas epidemias podrían ser otras consecuencias, junto con repercusiones económicas graves motivadas, por ejemplo, por las desviaciones en los destinos turísticos debido a las altas temperaturas.Las investigaciones sobre el efecto invernadero concluyen que la fuente principal de emisión de los gases causantes de este fenómeno es la quema de combustibles fósiles, es decir, de carbón, petróleo y gas natural. WWF/Adena, cree ya no bastan acuerdos voluntarios, sino que se necesita una voluntad política firme que se tome en serio el problema.Si son ciertas las hipótesis, efectivamente la atenuación de los efectos del cambio climático requeriría modificaciones en el sector energético. Por ello WWF/Adena contribuye también con diversas campañas de sensibilización a sembrar entre la población el hábito de no malgastar la energía, estableciendo, por ejemplo, el vínculo entre el acto de encender el interruptor de la luz y las emisiones de CO2 al otro lado de la línea eléctrica, así como a desmitificar la identificación de nivel de vida con derroche energético: "Dependemos de la tierra, el agua y el aire. Si conseguimos convertir estos elementos en inservibles habremos firmado nuestra sentencia y la de todo el planeta", afirman desde la organización conservacionista.