¿Sabías que el miedo a las arañas y serpientes es producto de la evolución humana? nuevo estudio lo revela
Es un hecho la gran mayoría de las personas tenemos miedo a las arañas y serpientes, aunque vivamos en ciudades urbanizadas donde por lo general este tipo de animales se esconden y sueles ser inofensivos.
Científicos del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas, en Leipzig (Alemania), la Universidad de Viena (Austria) y la Universidad de Upsala (Suecia) se propusieron revelar la razón de este miedo generalizado.
Además han puesto a prueba la hipótesis de hace décadas sobre si el miedo a estos animales se transmite culturalmente o si existen conductas innatas que explican este tipo de reacciones.
El experimento
Este curioso estudió se realizó con bebes de solo seis meses de edad, debido a que en esta edad el ser humano aún no recibe mensajes o aprende que algunas especies de estos dos grupos de animales pueden ser peligrosas.
En el experimento, los científicos mostraron a los bebes diversos grupos de imágenes, con animales en diversos colores. Cuando los bebés vieron una serpiente o una araña en lugar de una flor o un pez del mismo tamaño y color la gran mayoría mostraron síntomas de estrés o nerviosismo como el aumento significativo en el tamaño de sus pupilas.
Curiosamente, se sabe por otros estudios que los bebés no asocian imágenes de rinocerontes, osos u otros animales teóricamente peligrosos con el miedo, según el sitio La Vanguardia.
Además los estudios previos sobre el miedo a las arañas fueron realizados con adultos o niños mayores, probando si detectaban arañas y serpientes más rápido que animales u objetos inofensivos, no si muestran una reacción fisiológica directa al miedo.
En el artículo publicado en la revista Frontiers in Psychology la autora principal del estudio mencionó:
“Suponemos que la razón de esta reacción particular al ver arañas y serpientes se debe a la coexistencia de estos animales potencialmente peligrosos con humanos y sus antepasados durante más de 40 a 60 millones de años, y por lo tanto mucho más tiempo que con los mamíferos peligrosos de hoy en día