Reconócelo. Llevas unos meses que no te has privado de nada y ¡claro! la ropa se ajusta más de lo debido a tu tripita. ¿Y de dónde han salido estos michelines?, te preguntas. La respuesta es que los dulces, la comida con más calorías de las debidas y lo rico que nos sabe todo cuando disfrutamos de la brisa del mar o de la montaña se han quedado con nosotras en forma de grasilla.
¿Qué puedes hacer para que no vuelva a ocurrir? Comida sana, ejercicio y algún que otro consejo. Si sigues alguno de estos conseguirás meter cien calorías menos al cuerpo.
A la hora del desayuno
Cambia el bollo o el cruasán por una tostada de pan integral con mermelada de fresa o de kiwi. Puedes desayunar crepés o tostada, pero no los untes con mantequilla. Es mejor que bebas dos tazas de café solo o un expreso, que un café con leche. El zumo que sea siempre natural (olvídate del industrial). Si te gustan las salchichas, escoge las de pavo. El tamaño sí importa: el muesli, en una taza pequeña. Toma un yogur que tenga fibra.
Para el almuerzo
El queso curado está muy rico, pero no lo uses para el bocadillo porque es demasiado graso. Cambia la mahonesa por mostaza (son 80 calorías menos por cada cuchara sopera). Si comes pizza pídete la porción que tiene queso en lugar de la que tenga carne o chorizo. La ensalada acompáñala con pan de pita en lugar de pan blanco. A las cremas de verduras no le pongas nata. Bebe el café y el té sin azúcar.
A la hora del postre
El borde de la tarta, ni lo mires. Junto con el fondo, son la parte más calórica de los alimentos horneados. Si tomas un postre con cacao, no llenes el bol entero. La gelatina mejor que el flan. Cambia dos galletas con trocitos de chocolate por cinco de fibra o tres de mantequilla
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