Las articulaciones permiten la movilidad entre dos o más estructuras óseas, y aseguran su unión estable. Esa movilidad es muy variable, desde la que se consigue entre los huesos de la mano, que es bastante evidente y ágil, hasta la que apenas se observa entre los del tobillo. Las articulaciones presentan una superficie lisa y brillante constituida por un tejido cartilaginoso desvitalizado, fibroso y duro que se nutre del líquido presente dentro de la propia articulación. Es un líquido de color claro que se produce gracias a la membrana sinovial que delimita la cavidad articular. Esta membrana tiene un papel fundamental para la salud de la articulación. Es extremadamente sensible y presenta terminaciones nerviosas, así como una abundante vascularización.La capacidad de resistencia de las articulaciones es muy elevada. Llegan a soportar presiones importantes, sobre todo si ésta se reparte uniformemente. Están diseñadas para realizar un trabajo mecánico concreto y en unas determinadas condiciones que si no se cumplen pueden acelerar su deterioro. Hay un deterioro normal y fisiológico de las articulaciones, fruto de su uso continuo. Su capacidad para soportar tiene un límite que depende del esfuerzo al que son sometidas y de esas condiciones de trabajo. Influyen factores genéticos, pero también es importante cómo se utilizan.La superficie cartilaginosa va perdiendo sus propiedades. Se va haciendo menos brillante y tersa. Pueden aparecer cambios en el líquido sinovial, incluso con presencia de pequeñas partículas. La membrana sinovial sufre también un proceso degenerativo que conlleva un incremento del tejido. Todos esos fenómenos incluyen la aparición de un tejido fibroso, así como de calcio -casi siempre alrededor de la articulación-, que al depositarse produce un mayor deterioro. Además de ese proceso degenerativo, de evolución habitualmente crónica, se producen otros cambios más agudos. Éstos suelen ser inflamatorios, con un aumento de la vascularización que provoca un tamaño mayor de la articulación. Ésta se vuelve más sensible e incluso caliente.Estos fenómenos inflamatorios también acompañan a los procesos degenerativos. Los cuadros inflamatorios pueden tener un origen mecánico o bien estar provocados por anomalías metabólicas o inmunológicas del organismo.Los procesos que son meramente degenerativos se denominan "artrosis". Éstas afectan especialmente a las articulaciones que reciben más presión, bien por el uso que se les ha dado o bien porque, debido a determinadas alteraciones, han tenido que suplir el incorrecto funcionamiento de otras. Este proceso es habitual en personas de cierta edad.Pero existen también procesos articulares que se asocian a cambios inflamatorios y que se denominan "artritis". Éstas tienen causas muy diversas y síntomas también diferentes. Las artritis pueden estar ocasionadas por un problema mecánico.Cuando la causa es un trastorno metabólico se afectan pocas articulaciones, habitualmente una sola, como sucede con la gota. En cambio, cuando el problema que hay detrás es inmunológico las articulaciones afectadas terminan siendo varias. Suelen ser las más pequeñas, como las de la mano y la muñeca. Es una afectación con frecuencia simétrica y acompañada de otras manifestaciones más sistémicas o generales. Y es fácil de entender que se produzca dolor, ya que en ellas hay gran cantidad de terminaciones nerviosas que permiten detectar cualquier cambio y movimiento, pero que también reaccionan ante cualquier alteración.La molestia más frecuente es el dolor. Suele ser constante y relacionado con los movimientos. Puede ser leve e incluso aliviarse con la progresiva movilización, como sucede en los procesos inmunológicos. Sin embargo, a medida que esos procesos deterioran la articulación, el dolor aumenta de intensidad según la fase en que se encuentre la enfermedad.