Con la edad, muchas mujeres se abandonan físicamente. No saben aceptar el paso del tiempo.La crisis de la menopausiaLos años se le habían venido encima sin darse cuenta. Algunas mañanas, el espejo le devolvía una cara que apenas reconocía. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes de lo estropeada que estaba? En cuanto a su cuerpo, habían desaparecido de él las curvas, cuya ausencia ocultaba con blusas anchas.Julia había sido una mujer guapa. No había tenido que esforzarse en gustar, pues la biología había sido generosa con ella. Pero su historia psicológica era otro asunto. Su padre siempre le dijo lo que tenía que hacer. Jamás le hizo sentir que sus opiniones valían; no se sintió querida ni valorada salvo por su cuerpo. Sus inseguridades siempre se habían referido a su capacidad intelectual, que había tratado de tapar con sus cualidades físicas, las únicas que reconocía su padre.Pero el tiempo es implacable. Julia había negado a su cuerpo los cuidados que requería, porque madurar le daba miedo. Comenzó a deprimirse sin saber si era por haber llegado a esa situación o si había alcanzado a ese grado de abandono tratando de ocultar su depresión.No sabía cómo ni cuándo había comenzado el deterioro, pero intuía que la relación con su pareja tenía mucho que ver. Julia y su marido se habían alejado. Ella se había sentido rechazada al entrar en la cincuentena.La menopausia conlleva una crisis, pero sólo es un cambio. Julia estaba enferma de una ligera tristeza, al no haber obtenido de su marido un reconocimiento distinto del de su padre. Descubrió en una psicoterapia que intentaba destruir su cuerpo para que la quisieran por su forma de ser.
Al maltratarlo, alejaba a su marido para no responder a una demanda sexual que empezaba a agotarla. No sabía cómo ser mayor, cómo aceptar que su sexualidad cambiaba y, con el tiempo, había adquirido sobre sí la mirada que atribuía a los hombres: la de no valorarse.Amamos como nos amaronAprendemos a querernos de forma parecida a como hemos sido queridos. El proceso de educación consiste, en gran medida, en interiorizar a esos otros (el padre, la madre) de los que dependíamos.Si no nos trataban con respeto, estaremos condenadas a repetir esos errores, a menos que elaboremos los vínculos con los que aprendimos a tratarnos mal.Abandonarse a medida que se cumplen años es no aceptar el paso del tiempo; es una actitud pasiva ante nuestras necesidades que esconde la fantasía de que alguien nos cuide, porque no hemos aprendido hacerlo. Por lo general, representa atacarse, castigarse.Cuando no nos creemos dignas de cuidado es porque, entre las fantasías que tenemos sobre cómo queremos ser y cómo somos, hay mucha distancia.Si somos demasiado exigentes, nos castigaremos por no cumplir las metas; si no aceptamos nuestras carencias, nos atacaremos por no alcanzar el ideal. Cuando depende de una imagen interna exigente e infantil, la mujer se deja caer en un abandono que paga su feminidad.Claves para superar los cambiosPodemos sentir el paso del tiempo como algo fatal, pero tenemos también la opción de coger la vida en nuestras manos y sentirnos propietarias de ella.En este caso, nos cuidaremos y el tiempo será nuestro aliado. Para ello es conveniente:ASUME ESTA ETAPAHazte cargo de los cambios que se producen en nuestro cuerpo y en nuestra vida en vez de negarlos.Informarnos bien para cuidar el proceso en el que entramos, sobre todo, en épocas complicadas como la menopausia.ATRÉVETE A CAMBIARModifica la forma de relacionarte contigo si te sientes infeliz, insatisfecha o triste. Es más eficaz provocar la transformación cambio en una misma que esperar a que cambien los demás. Para ello, tenemos que averiguar qué nos hace estar mal.BUSCAR AYUDASi el malestar se ha instalado o se repiten sucesos que nos dañan (relaciones de pareja, dificultades en el trabajo…) conviene que busques ayuda psicoterapéutica. Cuidar nuestro psiquismo es la mejor forma de no abandonarnos a lo que la vida nos depara.Isabel Menéndez
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