¿A quién no le gustaría poder “echar una cabezadita” cada día después de comer? Pues además de resultar relajante y satisfactorio, diversos estudios científicos de la Universidad de Harvard aseguran que nuestra siesta favorece las habilidades de aprendizaje y memoria, tanto como ocho horas de sueño nocturno.
Otros de los beneficios que aporta este hábito es que se reduce el riesgo de fallecer por una enfermedad del corazón, ya que dormir poco se ha se ha relacionado con un mayor riesgo de hipertensión y problemas cardiovasculares en general.
Este estado de descanso en el que nos encontramos durmiendo la siesta contrarresta el estrés diario al que nos vemos sometido. Y al mismo tiempo, ayuda a aumentar la creatividad, la concentración y la productividad.
Indudablemente, la siesta es una de las mejores recetas para una mayor sensación de bienestar. Sin embargo, todos los expertos coinciden en que no hay que abusar de ella, sino que hay que tomarla en su justa medida. Lo aconsejable es que dure entre 20 y 25 minutos, puesto que una siesta demasiado larga puede trastocar los ciclos de sueño y sufrir insomnio durante la noche.
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