En una búsqueda obsesiva por la perfección, muchas mujeres recurren a la cirugía estética para paliar sus problemas emocionales. Cuando el físico angustiaSe resisten a mudar de talla por imperativo de la edad o a aceptar que su vientre plano se evaporó tras los estragos de tres embarazos. Para ellas, la cirugía estética es la varita mágica que todo lo puede. Sin embargo, detrás de esa debilidad por los quirófanos, se esconden numerosas fragilidades psicológicas.La obsesión por limar una nariz, aumentar una talla de pecho o someterse a una liposucción exprés, puede esconder una dolencia cada vez más común entre las mujeres, el llamado trastorno dismórfico corporal."Se trata de una preocupación excesiva por una anomalía física leve y en ocasiones imaginaria de una parte del cuerpo. Muchas personas deciden operarse porque no pueden soportar ese complejo", explica la psicóloga Julia Vidal. Este trastorno de la percepción viene acompañado de graves problemas de autoestima, conflictos afectivos y todo tipo inseguridades.Pero su componente obsesivo es quizá su rasgo más intenso. Las víctimas de la dismorfofobia traslandan compulsivamente su angustia emocional a su fachada exterior. Esto no forma parte de mí"Cuando una persona se encuentra emocionalmente mal, cualquier complejo, real o imaginario, se acentúa y se crean obsesiones del tipo: "Si no ligo es porque mis muslos son horribles", explica la especialista.Este tipo de pensamientos pueden desembocar en soluciones erróneas y precipitadas, como someterse a una intervención quirúrgica sin calcular antes el balance de pros y contras.Según la psicóloga Rosa Calvo, especialista en trastornos relacionados con la imagen, el carácter de estas personas responde a un objetivo único: la búsqueda de la perfección a cualquier precio."Todo tiene que ser perfecto: su cuerpo, su casa, su pareja. Son incapaces de aceptar cierto caos. Esto les lleva a mantener relaciones muy competitivas con los demás. El otro es una persona que puede ponerte en evidencia en cualquier momento", explica.El retrato robot de estos enfermos es de trazado fácil. Por un lado, las adolescentes son el blanco más fácil, pues son las más expuestas a la esclavitud de los cánones estéticos."Una chica joven y estupenda llegó a mi consulta obsesionada por su celulitis. Decía que no formaba parte de ella y por eso quería operarse. Ése es el efecto que tiene agregar el prefijo "itis", a algo que forma parte de la constitución de todas las mujeres", explica Julia Vidal.Sin embargo, son las que tienen entre 40 y 50 años las más propensas a caer en la tentación de combatir las primeras arrugas a golpe de lifting o con la ayuda de un pinchazo de bótox."Disfrutan de capacidad adquisitiva para costearse los retoques y parecen sometidas a una exigencia social que les obliga a vestirse como sus hijas", explica la especialista. Una obsesión crónicaPero quizá lo más preocupante es que, a menudo, el paso por quirófano no ayuda a resolver el problema, la insatisfacción de estas personas con su apariencia es crónica."La imagen corporal de cada uno se graba en el cerebro y eso no hay quien lo mueva. La única alternativa es aceptarse como uno es y así, poco a poco, esa imagen que les tortura se va suavizando".Por eso, la solución que ofrece la cirugía estética tiene fecha de caducidad. "Puede que el primer día estén contentas, pero pasada una semana encontrarán un defecto que las volverá a obsesionar, y vuelta a empezar". explica Julia Vidal.Pese a todo, el desencanto de estas mujeres no es difícil de entender: ¿quién quiere parecer mayor o pasada de kilos en una sociedad que sólo premia a los jóvenes esbeltos?La respuesta es clara. No así la contestación a una cuestión mucho más clave: ¿una operación estética cambiará tu vida? ¿Será el antídoto definitivo contra la infelicidad?No existe una sola respuesta a esa pregunta. Una decisión responsable es aquella que parte de la reflexión seria sobre si ésa es la única solución al problema. Si, aún así, te operas. . .Toma una decisión responsable y ten en cuentaUN BUEN ASESORAMIENTO es fundamental antes de someterse a cualquier intervención y, en el caso de la cirugía estética, tampoco puede descuidarse el consejo experto. Lo más conveniente es visitar la consulta de un psicólogo para evaluar las verdaderas motivaciones de esa decisión. En general, los especialistas recomiendan esquivar el quirófano mientras no existan criterios objetivos del problema físico que se padece.ESTAS INTERVENCIONES están contraindicadas para las personas que atribuyen a un defecto estético todos sus problemas o para quienes buscan la felicidad exclusivamente a través de su físico. Además, nunca debe tomarse una decisión como ésta presionada por la opinión de un tercero, como un marido empeñado en que su mujer recupere la figura de antaño. Es especialmente peligroso que los adolescentes se sometan a este tipo de operaciones, pues su cuerpo aún no está completamente formado y son psicológicamente más frágiles.A PESAR DE TODO, la cirugía estética también tiene sus virtudes. Por ejemplo, para aquellas personas que han sufrido desfiguraciones por accidente o padecen defectos graves que les impiden llevar adelante una vida normal.