Este término se reserva para las manifestaciones de la sexualidad más tardías y acabadas del desarrollo. Pero la búsqueda de placer en el niño, se despierta muy temprano.La excitación rítmica de cualquier zona corporal produce un placer que puede calificarse de sexual. Todas las manifestaciones están sujetas a un ritmo que se alterna entre fases de reposo, que son mudas, y fases de excitación que corresponden a la aparición de las pulsiones sexuales. Cualquier parte del cuerpo puede convertirse en una zona erógena.El principio pulsional que se rige en la infancia no es distinto del que se ligará a la vida sexual genital del adulto. El bebé chupetea incluso cuando ha saciado el hambre; a este acto erótico siguen otros: el de la sección del pulgar, del lápiz, del cigarrillo y el beso.
Al descubrir la existencia de la sexualidad infantil, Freud acabó con la creencia de que la sexualidad surgía en la pubertad. Pero es durante la infancia cuando se organizan ciertas estructuras que serán actualizadas y revividas en la crisis de la adolescencia como, por ejemplo, el conflicto edípico.Durante la infancia se realiza una elección del objeto amoroso como la que se pensaba propia de la pubertad: los impulsos sexuales se dirigen a una única persona, en la que buscan alcanzar sus fines.La fase fálica, en la que se despliega el complejo de Edipo, se convierte en el bosquejo de lo que podrá retomarse como verdadera organización genital en la adolescencia. Esta fase culmina en el período de latencia, que separa así el "primer empuje", que comienza entre los dos y los cinco años y se caracteriza por la naturaleza infantil de los fines sexuales, y el "segundo empuje", que comienza en la pubertad y determina la forma definitiva que tomará la vida sexual.El período de latencia o de detención de la evolución de la sexualidad, sucede al primer florecimiento sexual infantil. Se caracteriza por una disminución de la actividad sexual y la aparición de aspiraciones morales y estéticas. En él se desarrolla progresivamente la capacidad de sublimar. Surge con la declinación del complejo de Edipo y corresponde a una intensificación de la represión que provoca lo que se llama amnesia infantil, que abarca los primeros años.El niño deberá recorrer un largo camino para poder asumir una identidad sexual. La heterosexualidad es una meta costosa y nunca asegurada del desarrollo psicosexual, ya que para Freud masculino y femenino son adquisiciones tardías, que resultan de un complicado proceso dentro del psiquismo marcado por las identificaciones.ACTIVIDADES ERÓTICASLas fases se organizan en función de la evolución del niño y de su relación con determinadas zonas erógenas: la boca, el esfínter anal y los genitales. A cada zona le corresponden una o varias actividades eróticas, entre las cuales Freud incluye los actos más simples de la vida de los niños, como la succión del pulgar o del seno de la madre, la defecación, la masturbación.CUATRO ETAPASLas fases del desarrollo libidinal son definidas como modalidades de la relación del individuo con el objeto amado. En la fase oral, se trata de la relación del niño con el pecho materno; el placer sexual está ligado a la excitación de la boca y a la succión. En la fase anal, el erotismo se define en relación con la defecación.En la fase fálica, el interés libidinal se centra en los genitales. Es la etapa de los juegos manuales del bebé, que caracterizan la llamada masturbación primaria. Finalmente, la fase genital, se establece en la pubertad y marca el pasaje a la sexualidad adulta.Victoria Queipo
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