“El Caballo” es una de las posiciones sexuales donde no hay muchas caricias, pero sí mucho placer el chiste es dejarse llevar y variar la posición hasta encontrar el punto exacto.
Esta posición se puede realizar de varias formas. En una de ellas la mujer debe estar acostada de espaldas con las piernas dobladas y abiertas, mientras la pelvis esta más o menos elevada. El hombre se arrodilla entre sus muslos y la penetra. Después se sienta para volver a estar cómodo sobre sus talones, con sus muslos abiertos sobre la cola de la mujer.
El hombre sujeta con una mano el hombro de la mujer, y con la otra uno de los pies, de modo que adopte la postura de un jinete sobre el caballo. No es necesario agarrase del pelo de la mujer para emular al caballero.
Esta posición no ofrece un gran contacto entre piel y piel: los pechos no se tocan, ni puede uno acariciarse ni abrazarse, pero las sensaciones se concentran en los genitales (el pene y el interior de la vagina).
El interés reside en un juego rítmico, cada uno teniendo que armonizarse con el otro en una fusión en que no se sabe quién lidera y quién sigue, ni siquiera quién es montura y quién jinete. Ir al paso primero deja a cada uno el tiempo de acoplarse al ritmo del otro. Continuar al trote o al galope hace subir la excitación, lo que se revelará mucho más fuerte si está entrecortado por momentos de calma, a un paso lento y meditado.
Es muy importante que la mujer se mantenga como si estuviera sentada, pero también que el movimiento sea rápido y salvaje para que el placer sea más intenso para ambos.
La penetración será más directa y en ella la mujer podrá hacer más largo el tiempo que dure su orgasmo.