Sin ataduras, sin promesas y sin compromisos. Tras las parejas de un día se esconden personas que se niegan a madurar.Lucía y sus euforias"¿Se lo pasará Lucía tan bien como dice?", se preguntaba María después de escuchar el relato de su amiga tras el último fin de semana. Y es que Lucía siempre encuentra a alguien con quien se divierte mucho. Su última conquista era un chico que, a juzgar por las cosas que contaba de él, era un atleta sexual.A María no le pasaban esas cosas. Ella tiene un novio al que quiere y con quien se lo pasa bien, pero no siente los éxtasis de los que hablaba su amiga. "¿Será que no sé divertirme?", se preguntaba.Entonces pensaba en Rafa, su novio, y sus dudas se disipaban. Rafa es un chico estupendo que siempre está a su lado cuando lo necesita.Bajo las juergas de Lucía hay en realidad muchas dudas y conflictos. Sabe que puede seducir con facilidad a los hombres, pero no enamorarlos. Para no enfrentarse a este problema, afirma que ellos tienen pánico a comprometerse.De este modo liquida sus miedos de un plumazo. Este tipo de "relaciones divertidas" no quieren compromisos afectivos. Esto sucede porque la intimidad que se debe compartir ya esta comprometida con vínculos afectivos primarios y poderosos (el padre, la madre o los hermanos).Buscan la diversión a toda costa, como los adolescentes que huyen de la familia para salvarse de la infancia y conquistar la madurez, pero no encuentran a otro con el que comprometerse. Cuando la persona adulta actúa como un adolescente, es porque desea, tras la diversión, regresar a casa (al útero) para esconderse y protegerse de lo que hay afuera.DIME DE QUÉ PRESUMES. . .Cuando una persona se vanagloria demasiado de alguna actividad, incluida la diversión, es porque la utiliza como disfraz para no enterarse de algo que la perturba. Trata de esconder algo que le falta y que no puede ni aceptar ni resolver.Por ejemplo, aquellos que presumen de una vida sexual elevada están tratando de descargar a través de esta actividad una sexualidad a la que no son capaces de dar satisfacción.Saber divertirse y pasarlo bien tiene mucho que ver con el grado de autoestima y de conocimiento personal que se posean. Cuando se dan ambas cosas, nuestro mundo interno tiene un equilibrio adecuado. Por eso, también, la sensación que nos queda después de una jornada o un rato en el que nos hemos divertido, es placentera y duradera.No obstante, si lo que va quedando tras las juergas es una cierta sensación de vacío es que ese tipo de diversión funciona como una adicción que termina por adormecer nuestro pensamiento e intenta descargar nuestras tensiones internas, pero que finalmente no lo consigue.La diversión es necesaria para el equilibrio psíquico si nos conduce a una satisfacción completa y verdadera, pero también se puede tratar de una especie de descarga pulsional que demuestra lo poco que dominamos nuestras emociones. En este caso el "yo" se encuentra dominado por el inconsciente.LA NEUROSIS DEL DOMINGOEl fin de semana, sobre todo el domingo, es un día para descansar, pero para muchos es un día de desasosiego porque se sienten invadidos por pulsiones internas.Los impulsos reprimidos y los deseos insatisfechos salen a la luz cuando tenemos tiempo libre. Por eso, incluso las vacaciones pueden convertirse en una fuente de desencuentros y malestares.Si en los días festivos aparecen síntomas como dolores de cabeza o alteraciones somáticas o psíquicas es que hay un conflicto de intereses dentro de ti.