El casco histórico de Alcañiz se yergue a orillas del río Guadalope, sobre uno de los cerros que flanquean su cauce. Nos encontramos en un área diferente al resto de la provincia turolense, por su clima, más próximo al Mediterráneo; por su historia, como tierra de frontera; por su vecindad con tierras catalanas y valencianas; y por sus tradiciones seculares, cuyo máximo hito son las celebraciones religiosas de Semana Santa.En la actualidad Alcañiz es un pujante centro económico dentro de la provincia turolense, gracias a su riqueza agrícola, la creciente implantación de industrias y el enorme interés, tanto de su patrimonio histórico como el de las localidades próximas. Todo ello ha contribuido al crecimiento de su población hasta unos 14.500 habitantes. Llaman la atención dos tipos de cultivo sobre el resto: el melocotón, que cuenta con la Denominación de Origen Melocotón de Calanda. El otro cultivo destacado es el olivo, destinado a la producción de un sublime Aceite de Oliva, también con Denominación de Origen, cuyo peculiar sabor se debe al tipo de suelos de la zona y a la bonanza del clima mediterráneo de la comarca.Por otra parte, la historia de Alcañiz es muy dilatada, como atestiguan los restos de arte rupestre levantino de la Val del Charco del Agua Amarga, declarados Patrimonio de la Humanidad, y los yacimientos íberos y romanos de su entorno, de los que sobresale Cabezo Palao. En su casco urbano, especialmente en la loma del cerro Puy Pinós donde se ubican los edificios de mayor antigüedad, se encuentra algunas de obras arquitectónicas sumamente importantes dentro del patrimonio aragonés.