Es un paraje único, de una belleza incuestionable. Entre las llanuras de El Vallés Oriental, Osona y La Selva emerge orgulloso el Montseny, en boca de todo aquel que ha tenido el privilegio de vivirlo. Un regalo de la naturaleza, el macizo más elevado de la cordillera prelitoral catalana (con 1.712 m, el turó de l"Home es la cima culminal) que ocupa una extensión de 30.120 hectáreas distribuidas entre 18 municipios -Aiguafreda, El Brull, Campins, Cánoves y Samalús, Figaró-Montmany, Fogars de Montclús, La Garriga, Gualba, Montseny, Sant Esteve de Palautordera, Sant Pere de Vilamajor, Seva y Tagamanent, en la provincia de Barcelona; y Arbúcies, Breda, Riells y Viabrea, Sant Feliu de Buixalleu y Viladrau, en la de Gerona-.En 1969, la Diputación de Barcelona inició los estudios para la redacción del Plan especial del parque, que presentaron conjuntamente las diputaciones de Gerona y de Barcelona en 1976. Al año siguiente fue aprobado en el sector de Barcelona y en 1978 por la Diputación de Gerona. Desde entonces, ambas entidades cogestionan uno de los parques naturales más emblemáticos de nuestra geografía, declarado reserva de la biosfera por la Unesco desde 1978, única existente en Cataluña.Y no es un cumplido, es la pura realidad. Estamos ante un parque singular, con grandes contrastes climáticos gracias a la especial geología y orografía del terreno, las diferentes alturas y la proximidad del mar (a escasos 30 kilómetros), en una latitud típicamente mediterránea. A medida que uno va ascendiendo pasa de un paisaje claramente mediterráneo a escenarios que recuerdan al centro de Europa.Es precisamente gracias a estas temperaturas variables que se ha configurado un paisaje de vegetación exuberante. Desde encinares, alcornocales y pinares, más típicos del Mediterráneo, pasando por robledales hasta llegar a hayedos y abetales -los más meridionales de Europa- por encima de los 1.000 metros de altura. Con todo, en el Montseny uno se siente en la gloria.Excursiones en familiaY no sólo los humanos. Conviven en el parque varias especies animales que encuentran en este espacio las condiciones adecuadas para desarrollarse. Así, en el encinar se encuentran jabalíes, zorros, jinetas o lirones caretos entre los mamíferos más conocidos. Entre los pájaros más comunes destacan el azor, el arrendajo común o el petirrojo, que vuelan entre frondosos bosques que cobijan una gran variedad de anfibios, reptiles y peces. Sin embargo, lo que confiere un carácter más singular a la fauna son las especies de influencia centroeuropea, que a menudo forman poblaciones aisladas del resto de la Península.Es un lugar idóneo para disfrutar de unas jornadas de excursión con amigos y familia. En los centros de información del parque natural, el visitante puede conocer rutas, puntos de interés y otros datos útiles para disfrutar con intensidad de su estancia. Se recomienda utilizar la red de itinerarios señalizados, algunos de los cuales cuentan con folletos explicativos. Se inician en Fontmartina, Santa Fe, Sant Marçal, coll Formic y el collet de Sant Martí, y ascienden a las cumbres más significativas del macizo o visitan rincones de reconocida belleza. Además, cabe mencionar que el parque está atravesado por dos senderos de gran recorrido, señalizados sobre el terreno con marcas rojas y blancas. En el parque se encuentra el camping de Fontmartina además de otros servicios, como las rutas organizadas -sólo está permitido acampar en las áreas destinadas a este uso-.El Parque Natural del Montseny cuenta a su vez con un extenso listado de servicios para el ocio de los visitantes. Dispone de una serie de infraestructuras y equipamientos en los lugares más frecuentados a lo largo de la red viaria, con audiovisuales y exposiciones permanentes. En las carreteras que lo atraviesan hay una serie de áreas de aparcamiento y zonas de recreo, con lavabos, mesas y agua potable.Actividad humanaTal y como se desprende de diferentes asentamientos fortificados (del turó de Montgrós en el Brull, de Montclús en Sant Esteve de Palautordera y de Can Flequer en Samalús), en el período ibérico se empiezan a ocupar de manera estable los cerros y los pobladores se adentran hacia la montaña. Se pueden apreciar construcciones romanas como la villa de Can Terrers (La Garriga), así como múltiples ermitas y masías que testimonian el pasado medieval. Es en el siglo XIX cuando se inicia un lento proceso de despoblamiento. En el parque residen permanentemente cerca de un millar de personas (la propiedad del suelo es privada en más de un 80 por ciento de su ámbito). Sus habitantes han visto cómo la regresión de las actividades agrícolas, forestales y ganaderas han producido un cambio en las economías familiares, pasando a complementar sus rentas con actividades relacionadas con el turismo rural, la restauración y la hostelería.Por si fuera poco, cada año entre los meses de julio y noviembre se desarrolla en el Montseny el programa «Vive el parque», una iniciativa organizada por la Diputación de Barcelona y la de Gerona con la colaboración de los ayuntamientos de la zona y que consiste en llevar a cabo una serie de actividades plásticas, musicales, escénicas, literarias, folclóricas y de difusión del patrimonio natural y cultural del parque. Es una vía atractiva para introducir a grandes y pequeños en el mundo de la naturaleza, inculcándoles valores básicos para salvaguardar su riqueza.