Praga

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Gracias a su riqueza arquitectónica y cultural, Praga se encuentra entre las ciudades más visitadas de Europa. Por el carácter singular de sus barrios históricos (Hradcany y el Castillo de Praga, Malá Strana, la Ciudad Vieja y Josefov con el antiguo gueto judío, la Ciudad Nueva…), Praga fue incluida, en 1993, en la lista de Patrimonio Cultural de la UNESCO.El encanto de Praga se percibe, sobre todo, caminando a pie por la ciudad, aunque también contribuyen los transportes públicos en general y, sobre todo, el funicular de la colina de Petrin y los barcos en el río Moldava.Ya en el siglo IX se alzaban en las rocas, en ambas orillas del río, dos castillos: Vysehrad, más reciente, y el Castillo De Praga, más antiguo, y símbolo del Estado checo. Todos los monarcas que tuvieron allí su sede ampliaron los espacios hasta convertirlo en el castillo más grande del mundo. Los reyes y los arzobispos hicieron construir también el templo más grande del país, la catedral de San Vito.La parte de la Ciudad Vieja es un cúmulo de las iglesias medievales y sinagogas en la Ciudad de Judía. Merece la pena entrar, sin olvidar el convento de Santa Inés de Bohemia. Tampoco podemos dejarnos la Callejuela de Oro, una de las más pintorescas de Praga, que debe su nombre a los orfebres que la habitaron.Dentro del ambiente cultural reinan los conciertos de música clásica en las iglesias, en las salas históricas y los jardines, música de jazz en los clubes y, ni que decir tiene, el teatro negro, la opera y ballet.Las viejas callejuelas esconden numerosas galerías de arte, librerías, anticuarios. A cada paso encontraremos típicos recuerdos checos: cristal, porcelana tradicional, huevos de Pascua, joyas con granates de Bohemia y marionetas.Tabernas, cervecerías, agradables restaurantes y cafés salen a nuestro encuentro. Lo mejor es intentar cenar en alguna de las famosas cervecerías de la ciudad, pero se recomienda reservar. La comida checa se compone principalmente de carne de cerdo asada y acompañada de espesas salsas. Con la mayoría de los platos típicos se sirve el knedlíky, una especie de albóndigas, patatas, arroz y verduras. El restaurante U Tri Pstrosu ofrece una espléndida carta de platos tradicionales mientras contemplamos el río Moldava.Una forma de hacer nuestra estancia todavía más agradable sería alojarnos en un lujoso hotel de estilo modernista, como el Ambassador Zlata Husa**** que se encuentra en el mismo centro de la ciudad.

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