La ciudad de Rabat, capital del reino de Marruecos desde 1912, fue fundada por el sultán almohade Abd al-Moumen bajo el nombre de Ribat, que significa monasterio fortificado. Abierta al Océano Atlántico, esta ciudad de ensueño cuenta con un precioso puerto que en sus comienzos fue fenicio, más tarde cartaginés y finalmente romano. A menos de una hora de Casablanca, la elegante Rabat promete una gran oferta turística, desde la ansiada propuesta de sol y playa hasta la cultura, gastronomía y belleza de un país ansioso por ser descubierto.La muralla fortificada, que da nombre a la ciudad, se denomina Ribat al-Fath o Campamento de la Victoria y fue construido en 1150 por el sultán almohade Abd-Mumi, como escenario de incursiones almohades en la Península Ibérica. Casi cincuenta años después, su nieto, Yaqub al-Mansuri trazó una gran ciudad sobre más de cuatrocientas hectáreas y comenzó la construcción de la que en un principio iba a ser la mezquita más grande de todo el Magreb: la de Hassan. Sin embargo, la muerte del tercer sultán significó el final de las obras y lo que en su origen iba a ser el templo más majestuoso, se quedó en una suposición.La ciudad de Rabat está repleta de puntos turísticos de gran interés: iglesias barrocas, las catacumbas de San Pablo, una villa romana, el mausoleo de Mohammed V, la Medina (construida por los moriscos en el siglo XVII), la Muralla de los Andaluces, la Kasbah des Oudaias (de la época almohade) o el magestuoso Palacio Real (de construcción moderna, alberga una mezquita y varios edificios gubernamentales).Además son interesantes las colecciones expuestas en el Museo Arqueológico, con piezas que abarcan desde la prehistoria hasta la época moderna; y en el Museo de las Artes Marroquíes de Rabat, que alberga preciosas alfombras, bordados, cerámicas y trajes propios del país. Sin embargo, lo más atractivo es pasear por sus jardines – el más simbólico es el de Buknadel, a poco más de diez kilómetros a la afueras de la ciudad y con más de mil quinientas plantas exóticas – y por sus playas, las más bellas son la de las Naciones, perfecta para practicar surf; la de Temara, donde se puede contemplar una antigua kasbah; o la de Sables d"Or, que significa arenas doradas. La capital marroquí, al igual que otras ciudades del país, ofrece una amplia variedad de objetos artesanales de gran calidad. Aún no se sabe dónde tienen su origen las apreciadísimas alfombras de Rabat pero lo que sí es cierto es que datan del siglo XVIII y son los únicos tapices marroquíes diferentes a las beréberes, mucho más antiguos, y con inspiración oriental. Diseñadas y bordadas por las mujeres marroquíes, estas alfombras se caracterizan por ser de pura lana virgen; largas y estrechas, debido a la forma de las "jaimas"; de dibujos geométricos y tintes naturales.